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Hace unos días que pudimos acudir a uno de los eventos que más hemos disfrutado de este año. La fecha, un 4 de noviembre, domingo y en puente no era la más idónea para ir de concierto y no me hagáis hablar de la ubicación de la sala, algo alejada del centro. Pero a pesar de todos estos handicaps, y ninguna expectativa puesta en ello, estuvimos allí para ratificar que fue una delicia.
Para los que andan un poco perdidos, Black Peaks es una banda de post-hardcore de Inglaterra, que está dando mucho de qué hablar, por su mezcla entre la delicadeza del post-rock y ambientes un tanto agresivos. Aunque no seamos los más fans de sus trabajos de estudio, en directo sobresalen a un montón de grupos que llevan más tiempo en el meollo.
Pero empecemos por abajo. La velada la abrieron uno afilados The Prestige, un cuarteto francés que salta entre el post-hardcore y el metal, capaces de hacer breakdowns que tiemblan el terreno. Aunque a esas horas no hubiese mucha gente, la banda hizo movernos a todos los que estábamos allí presentes a base de screamings y latigazos de guitarra. Las intervenciones de Alex, su vocalista, fueron uno de los puntos fuertes. Además de su magnífica voz, Alex domina completamente el castellano, heredado de sus padres, que también son de Madrid. Con las emociones a flor de piel, estuvo agradeciendo a cada rato el poder tocar en la ciudad de sus abuelos, y la verdad es que nos llegó al corazón. Este párrafo sirve un poco de reflexión, sigamos apoyando a estos grandes-pequeños grupos, porque de verdad que se lo merecen.
De la oscuridad viene la juerga, o eso dicen. Tusky, fue sin duda, la gran sorpresa de la noche, otro cuarteto, esta vez, neerlandés, que tocan un punk rock muy visceral, a la par que pegadizo. La actitud algo más ligera y bromista, les viene perfectamente, y fueron los primeros en desatar el caos en la sala. Su set estuvo íntegramente basado en el maravilloso disco Rated Gnar, lanzado este mismo 2018. Para que mentiros, es un discazo repleto de canciones que van desde un hardcore desbordante a lo Fat Wreck Chords a los Foo Fighters más noventeros. Tal fue la fiesta, que se encargaron de que formaramos un circle pit alrededor de la barra de bar que forma un cuadrado en medio del local ¡Bombazo!
Nunca había visto a grupos de esta talla liarla tanto, pero lo mejor estaba por llegar. Ya, bañados completamente en sudor, esperábamos impacientes al acto final. Tras un pequeño rato para recuperar fuerzas, los ingleses hicieron acto de presencia. Mucho más sobrios en formas que Tusky, desprendían una seguridad que organizaba todo el ambiente. Casi como si estuvieran en un estadio ante cientos de personas, el público se dejó llevar absolutamente entregados a su intensa interpretación. El vocalista, Will Gardner, que ya había salido al escenario a cantar con Tusky, estaba desatado, y lo que empezó como algo más oscuro, fue perdiendo seriedad para convertirse en un espacio carnal entre los músicos y la gente que estábamos viéndolos. A pesar del esfuerzo y probablemente algunas copas, Gardner sonó impoluto, cambiando meticulosamente entre todos sus variados registros, un espectáculo digno de ver.
Por supuesto, y como repitieron más de una vez, este era su última fecha de la gira, y estaban super contentos por la acogida de los fans españoles, tanto así fue, que cerca del final, el batería, Liam Kearley, cogió su instrumento y lo llevó fuera del escenario hasta el suelo, donde tocó rodeado de una muchedumbre agradecida. Pero esto no acababa aún, porque todavía hubo tiempo para que en el último tema, Gardner se subiese a la barra del bar, para interpretar unos últimos gritos de desolación, cerrando con broche el show.
A pesar de los contratiempos, y de nuestro cansancio, disfrutamos como críos, en una escena que sigue aportando muchísimos grandes artistas, una forma de ver la música desde otra cara, y que es la que vamos a elegir ante la duda. Aprovechad estas oportunidades, porque nunca sabes cuando podrá suceder de nuevo.