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El hardcore punk es la rama del punk rock en la que me siento menos seguro de analizar. Mi desconocimiento del género es mayor, porque lo tengo menos escuchado, y al igual que en muchas otras ramas, he sentido que ha sufrido de un enorme estancamiento en los últimos años. Soy un poco redundante con este análisis, pero creo que el punk rock, como medio de expresión tiende a anclarse en la fórmula resolutiva. Es cierto que cada año salen miles de bandas nuevas y otras veteranas con sus nuevos y provocadores trabajos. Pero si trazamos una línea de tiempo, notaremos como las propuestas cada vez son más diluidas y conservadoras. Ni qué decir del pop-punk.
Turnstile sin embargo, desde sus comienzos ya resultó una jarra de agua fresca entre tanta arena. Estos cinco jóvenes de Baltimore, se han convertido en la mecha que quizá el género iba pidiendo recientemente. A ratos hip-hop, a ratos grunge, pero sobre todo, siendo una simple y efectiva ejecución de punk rock, les ha hecho que estén en el punto de mira para numerosos músicos y periodistas.
Ya su Non Stop Feeling (2016) imponía una nueva mirada sobre la cuestión. De un enorme carácter bailable, juvenil e irreverente, con la conciencia clara, y perfectos para tirarse a la piscina. De esta forma han hecho migas con referentes, como pueden ser New Found Glory o The Story So Far.
Ahora, bajo la producción de mi querido Will Yip y la firma con Roadrunner Records, filial de la enorme Warner, es el turno de Time & Space, un colocón de adrenalina, sangre y mosh pit, que hará la boca agua a algunos ¿Y qué podemos encontrar en este segundo trabajo? 25 minutos de temas cortísimos, furiosos, con varios ecos en la experimentación. Esto es hardcore, señoras y señores.
Real Thing
Un riff con reminiscencias al grunge de Nirvana apisona con contundencia. El bajo empaca perfectamente la bola de demolición. En el estribillo se abre una puerta más melódica y pegadiza, que supone el gancho perfecto para mantenernos sin inquietarnos. Hasta unos coros melódicos e insólitos hacen su acto de presencia. El primer single del conjunto sirve para ponernos en situación. Estamos ante un trabajo cañero, coreable y con algún instante para explorar nuevos mundos. Echadle un ojo al vídeo, que encima es brutal.
Big Smile
Tras la extravagante outro de música de ascensor, la estampida irrumpe con un verdadero pildorazo hardcore. Rápida y violenta, parece ser una crítica directa a la hipocresía. Después de los primeros versos, tenemos una perfecta línea de guitarra del punk rock californiano. Volvemos al punto de partida, y de nuevo nos encontramos con unos momentos que los definiría como pseudo-psicodélicos con ese “Don’t need your smile”. Este tipo de jugadas, ambiguas y experimentales, son las que les hacen destacar entre otros grupos similares. No es una tirada de furia al vacío, la originalidad del contraste de atmósferas le da mayor valor al álbum.
Generator
A modo de entradilla, New York hardcore, el ritmo se expande brutalmente con resquicios casi tribales. Otra vez voces sinuosas de ultratumba. La opción de recitar la letra casi como si fuese hip-hop gritado, es un recurso más que conocido en el hardcore. A veces nos sorprende con algún salto más apaciguado. Tras el ambiental puente post-rock, tenemos una parte de voz melódica y un fanfarrón solo de guitarra. Todas estas artimañas, funcionan perfectamente, y lejos de parecer un caos, son otra muestra de la capacidad de estos cinco jóvenes.
Bomb
Primer e inaudito interludio del LP. A ratos trap, a ratos música de ascensor, a ratos amorfa experimentación. Cantada por la vocalista Tanika Charraé. Sirve para anestesiarnos, pero oye, tiene su punto.
I Don’t Wanna Be Blind
El bajo y la voz de Brendan Yates me hacen pensar en una reinterpretación del sonido de Ian MacKaye y Fugazi. Luego tira para derroteros más convencionales, no tan “post”, pero sigue siendo una agitada demostración de ingenio.
High Pressure
Más punk, más raudo. La perfecta invitación al pogo ¿Hay una loca tecla de piano en el estribillo? Tras la velocidad, tenemos un breakdown más “groovy”. Uno de los puntos álgidos del esfuerzo.
(Lost Another) Piece Of My World
Cuando nos estamos acostumbrando a ella, expira sin remordimiento. Otra canción con dos partes diferenciadas, una ágil, y otra más lenta que no se plantea malgastar ni un momento en el reposo. No hay momentos para respirar, para darle vueltas a la composición. Llega y se marcha sin prejuicios, como un tren de carga.
Can’t Get Away
Mi momento instrumental favorito de todas las pistas es ese arpeggio espacial del principio. De nuevo se hace patente la influencia post-rock o post-hardcore en los de Baltimore. Sin embargo, retorna de nuevo a su género madre. Aunque tiene un grandísimo solo de guitarra y un estribillo absolutamente adictivo, me hubiese gustado que el tema tirarse por la senda del inicio. Creo que son capaces de ofrecer pinturas con colores incluso más etéreos, y así alternar entre una mayor heterogeneidad.
Moon
La composición más melódica. ¿Alguien dijo Title Fight, Superheaven o Basement? Rozando el emo-grunge, promete que hay cabida y aptitudes suficientes para tomar ciertos desvíos. Un dulce para oídos no tan acostumbrados a tanta contundencia y un acierto lanzarla como adelanto. Inteligentes movimientos al estar bajo el sello de una multinacional.
Come Back For More/H.O.Y.
Enorme el trabajo de la producción de Will Yip. Sin ese trabajo detrás, Time & Space no brillaría con tanta intensidad. En uno de los tracks con mayor duración, logramos percibir y diferenciar con total detalle todas las armas utilizadas en el viaje. Algo que podemos repetir en cualquiera de las canciones, pero en esta, podemos ver como cada instrumento tiene su momento de gloria, sin tragarse unos a otros. A su tiempo y en su espacio.
Right To Be
Nos acercamos al final con otro azote grunge. Los versos son una gozada de euforia. Mucho ruido electrónico en el puente. En serio ¿Qué estarían pensando al batir todo esto en el mismo recipiente? Lo que estamos seguros es que hay una búsqueda rupturista y eso, amigos, es de agradecer.
Disco
La celebración salvaje y jazzera de Disco es otro regalo que nos tenían envolviendo para el final. Mucho mejor razonada que el primer interludio, sirve de nuevo como excitante salida de la zona de confort y para demostrar la enorme influencia de la música negra, que está presente en la mayoría de su obra. Un relajante estímulo antes de acabar.
Time+Space
Y nos vamos. Último mordisco en la yugular. Perfecto tsunami para terminar un concierto. Puro hardcore.
Conclusión
Turnstile nos trae en su segundo trabajo un inteligente y divertido socavón de hardcore punk. Con momentos muy inspirados e innovadores y otros más conservadores pero la mar de bien ejecutados. Quizá no todos los temas están a la misma altura, pero es un gran esfuerzo en conjunto. Un álbum que probablemente se disfrute más viviendo la experiencia en el Resurrection Fest el viernes 13 de julio, como cabezas de cartel del Ritual Stage junto a Sick Of It All.