File download is hosted on Megaupload
Este post está dedicado a Pedro Aunión y Chester Bennington, dos artistas increíbles que se han ido antes de tiempo. Descansen en paz.
(¡Revive la primera jornada del festival pinchando aquí).
Después de unas reconfortantes horas de sueño y de comer algo preparado aprisa y corriendo (para mantener la tradición de los festivales), decidimos guardar todo lo importante en nuestros bolsillos y riñoneras y embarcarnos otra vez en un viaje hacia una Caja que era más Mágica que nunca.
Pero llovía.
Otra vez.
Flashbacks de nosotros el día anterior tiritando y empapados hasta los huesos en los conciertos nos atacaron como si de la Guerra de Vietnam se tratase. Y como somos humanos, pero no tropezamos dos veces con la misma piedra, decidimos, desde el principio, resguardarnos y esperar a que la lluvia diera una tregua que nos dejara entrar a abalanzarnos sobre la música que íbamos a disfrutar ese día, esta vez con menos colas en la entrada.
DEAP VALLY: EL BLUES Y EL GARAGE ROCK INVADEN EL MAD COOL FESTIVAL
Entramos en la Caja Mágica para llegar apurados al escenario Radio Station, con una de nuestras bandas más esperadas del festival, que no conocíamos antes de que entraran en el cartel pero que habían pasado a ser una cita clave. El dúo californiano formado por Lindsey Troy y Julie Edwards corresponde a uno de los representantes de la interesante presencia femenina del Mad Cool, de la que ya hablamos en un artículo anterior.
Deap Vally siguen una fórmula ya vista pero que funciona cada vez más irremediablemente bien. Las californianas combinan el blues rock y garage rock con las guitarras más fuzz que podían conseguir y con toques de sonido indie, sonido más popular actualmente. En bandas como The White Stripes y The Black Keys, entre otros, ya habíamos visto este interesante combo entre guitarra/voz y baterista, pero en Deap Vally suena de una forma especial.
Su show empezó puntual con End of the World, tema introductorio de su debut: Sistrionix, que encaja perfectamente y hace retumbar a todo asistente con la potencia y profundidad del sonido grave de bombo y la distorsión de la guitarra, que nos hace alucinar desde el primer momento. Con Walk of Shame o Royal Jelly, Lindsey Troy ya hace alarde de su capacidad vocal y se gana hasta la última alma, que, hasta sin haber escuchado una sola nota de su música antes, tararea y baila al ritmo de sus simples y ancestrales riffs, que encajan a la perfección en este viernes eléctrico que nos esperaba. Con Gonna Make My Own Money y Baby I Call Hell, de su debut, terminaban un concierto que pasó en un suspiro y que, hasta las dos chicas sabían que había sido muy bueno, con un sonido esta vez muy agradecido del tercer escenario del festival.
RANCID: SEGUNDA LÍNEA CON SABOR A CABEZA DE CARTEL
Corriendo nos dirigimos hacia el escenario principal, donde iba a comenzar el que posiblemente sería uno de los grupos que más queríamos ver de todo el festival: RANCID.
Para quien no nos conozca, en La MusiKalité nos encanta todo tipo de música, pero cuando nos vamos de festival sentimos una especial debilidad hacia esos grupos que te hacen saltar y bailar hasta que tus pies quieran ponerte una orden de alejamiento. Y RANCID es uno de ellos.
Cuando llegamos, ya habían muchos fans acérrimos de RANCID y Green Day en el Stage Mad Cool, se notaba en el ambiente, en que había público de todas las edades (algo que siempre se le ha alabado a Green Day) y en que las camisetas de Foo Fighters y Nirvana que habían el día anterior, habían dado paso a camisetas de The Offspring, Bad Religion, RANCID y, por supuesto, Green Day.
Con un fondo que recreaba en gran tamaño la portada del mítico …And Out Come The Wolves, Tim Armstrong y compañía saltaron al escenario, comenzando la fiesta con la clásica Radio, que ya hizo abrir ciertos pogos, bailar ska a mucho público de habla inglesa y gritar a todo el mundo el mítico When I got the music, I got a place to go.
RANCID no querían dejar de darnos caña y siguieron con una canción de las más míticas, la coreadísima Roots Radical, el público cada vez daba más de sí, saltaban más, bailaban más y los pogos se hacían más grandes.
Otros himnos de la banda sonaron, con unos espectadores que se sabían hasta el último verso y no dudaban un segundo en darlo todo con temazos como Journey to the End of East Bay, Maxwell Murder o The 11th Hour.
Os podemos decir que Dead Bodies suena espectacularmente cañera en directo. Una de las canciones más rápidas del grupo (que no es decir poco) y que no desmerece nada en vivo. Una locura en todos los sentidos.
No faltaron tampoco nuevas canciones del grupo, que presentaban su disco de este año, Trouble Maker, cayeron Telegraph Avenue, Where I’m Going y Buddy y os podemos decir que suenan de lujo en vivo, RANCID le añade una energía especial y tienen un componente armónico y de coros que puede ser de los más trabajados en la historia del grupo.
En directo, el grupo de Tim Armstrong no eran capaces de estar quietos, saltos, bailes, gritos y muchas coñas con el tópico de “os vamos a enseñar una nueva canción” (que siempre lo decían antes de tocar alguna de sus más míticas) daban al concierto un ambiente de amiguismo especial.
Salvation y Olympia WA hicieron las delicias de los fans más old school de la banda, que tuvieron su inyección de nostalgia y adrenalina con el combo final de Fall Back Down (que despertó un grito de puro fan en un chico que nos acompañaba), Time Bomb (que hizo lo mismo pero con nuestro redactor Jordi) y Ruby Soho, quizá la canción más gritada de todo el concierto y en la que se vio el mayor pogo.
Al terminar el concierto y darle su merecido aplauso a RANCID, nuestra cabeza solo podía pensar algo en repetidas ocasiones:
“Estos tíos se merecen ser cabezas de cartel”.
SEXY ZEBRAS
Antes de terminar del todo RANCID, algunos nos fuimos a la otra punta del inmenso recinto (otros decidieron tener una mágico aventura en el baño), al lado de los puestos de comida, para llegar al escenario Mondo Sonoro, escenario apartado donde los haya (no estamos nada de acuerdo sobre su posición, que deja de lado a las bandas pequeñas) donde queremos visitar a Sexy Zebras, banda madrileña de garage rock y nuestra siguiente parada en un día completamente dedicado con nuestras elecciones a la más pura energía, por los cuales renunciamos a Alt-j (que ya vimos en el BBK 2015), Ryan Adams y, posteriormente, a Kodaline y, la verdad, es que valió la pena.
Desde la primera nota, del primer segundo, desde que salieron al escenario, el público sabía lo que le esperaba, construyendo una comunión especial, en un maravilloso horario, perfecto para el más épico de los conciertos. La setlist, repleta de temas de su buen último álbum, nos dejaba canciones desenfadadas como Yeah, Sexo y Marihuana, Canción de Mierda y Quiero follar contigo, que daban paso a grandes pogos (que muy amablemente abrí), pura energía y un público como los que pocas veces se puede ver en un festival. Gabriel, José y Samu son un trío que lleva más de 10 años tocando y se nota en sus tablas, su energía y su precisión y creatividad a la hora de animar al público. Nos sentimos muy felices de que ahora le esté llegando la esperada oportunidad y el reconocimiento a nivel nacional.
Con temas de anteriores álbumes como La Máquina, Hijo de Puta y El Semental, terminaron un set muy bien medido y que supo aprovechar el lugar y paliar el limitado sonido del escenario pequeño.
(No hablaremos del accidente ocurrido antes del concierto de Green Day. A estas alturas nos parece innecesario e, incluso, una falta de respeto. Rogamos que respeten nuestra postura.)
GREEN DAY: LÁGRIMAS, SALTOS Y UN SUEÑO CUMPLIDO
Cuando la grabación de Bohemian Rhapsody empezó a sonar, todos sabíamos qué se avecinaba. La gente levantaba las manos, cantaba, se dejaba el alma, incluso saltaba en las partes más movidas. ¿Era un concierto de Queen? No, era de Green Day, pero ese es su poder. Eso es lo que consiguen.
Posteriormente, empezó a sonar la coreadísima Blitzkrieg Bop, con el tradicional conejo rosa mascota de Green Day, que entre saltos, volteretas y movimientos, animó al público a perderse en su locura, competir a gritos y corear con él. Una simple persona disfrazada de conejo con una grabación sonando de fondo tenía al público en su mano. Increíble.
Cuando empezó a sonar The Good, The Bad and the Ugly, se nos pusieron los pelos de punta y es que Green Day salieron al escenario ENCHUFADÍSIMOS.
Con una enérgica Know Your Enemy, dio comienzo el que para nosotros era el concierto más esperado del festival. Los de Oakland no tardaron en hacer despertar al público (si es que aún quedaba alguien dormido) instando a corear a la gente, a repetir los ya sagrados “EEEEEEEOOOOOOO” de Billie Joe e incluso hizo subir a un fan al escenario a cantar el último verso y saltar para hacer crowdsurfing, con la mayor energía ya desde el principio.
Vale, debemos admitirlo, no podemos callarlo, cuando vimos a Green Day sobre el escenario se nos cayó una lagrimita, o más de una. Eso no lo diremos. Pero por fin cumplíamos nuestro sueño de ver a Billie Joe, Mike Dirnt y Tré Cool sobre el escenario y nos abandonamos al disfrute de su música. Para los lectores que no sean fans hay que comunicar que, pese a todo, mucha gente salió sorprendida de la energía, el dominio respecto al público y la precisión con la que la banda se abalanzó sobre el escenario en su último concierto de la gira. En definitiva, un concierto interesantísimo para fans y para gente poco familiarizada con su música.
El grupo no paró y siguió con dos trallazos como son Bang Bang (en la que Billie se puso una máscara de Donald Trump y la gente coreó el ya famoso “No Trump, no KKK, no fascist USA”) y Revolution Radio, en los que el grupo dio un espectáculo musical y escenográfico que nos dejó boquiabiertos, con ráfagas de fuego, guitarras rápidas, Tré dándolo todo, el bajo de Mike retumbando en nuestro pecho… Eso era Green Day. Sonaban geniales en directo, la voz de Billie Joe no sólo hacía retumbar la Caja Mágica, hacía retumbar Madrid, España entera se rendía ante sus simpáticos “VIVA ESPAÑA”, sus “EEEEOOOOO” y su potencia cantando las letras de sus canciones, que sonaban rápidas, enérgicas y duras.
Con Holiday (tradicional apagón de luces y cambio de letra incluido), Letterbomb (que suena que da miedo en directo) y Boulevard of Broken Dreams (con un público entregadísimo), los fans ya tuvieron su dosis de American Idiot que funcionaba como una inyección de adrenalina para gran parte del público.
Aunque la adrenalina casi causa una sobredosis cuando Mike tomó el protagonismo y dio los primeros acordes de Longview, uno de los himnos más old school de la banda y en el que un afortunado fan saltó al escenario para cantarla con Green Day… y madre mía ¡menudo fan!
(Aunque el vídeo no tenga la mejor calidad os deja ver el espectáculo que dio el chico sobre el escenario).
El joven al que Billie Joe subió al escenario no dudó en aprovechar la oportunidad y darlo todo, con una voz cargada de energía y sin parar de dar saltos, brincos y saludar a toda la banda, el chico parecía ser uno más de Green Day, que reían al ver esa dosis de energía que habían subido al escenario. Al terminar, Billie Joe instó al fan a saltar al público y hacer un poco de crowdsurfing, a lo que el chico, ni corto ni perezoso, respondió sacando el móvil y haciéndose un selfie con su cantante favorito (que anteriormente había expresado lo orgulloso que estaba de que no había apenas nadie con el móvil, pero perdonó al chico del escenario… ¡qué menos! ¡Menudo espectáculo les dio!).
Con Youngblood, el público se desató en una mezcla de saltos y bailes con una de las canciones más simples pero certeras en directo de su último disco, con un “Fuck you I’m from Oakland” coreado por toda la Caja Mágica.
Después de esto, Billie Joe ya advirtió que iba a llegar un bloque de canciones que disfrutarían los fans más old school de la banda… ¡y vaya si cumplió! El bloque formado por Paper Lanterns, Hitchin’ a Ride (con espectacular grito y llamaradas incluido) y una inesperadísima Going to Palascqua (que hizo las delicias de nuestro redactor Jordi) consiguió que las personas que ya guardaban alguna cana en el público se dejaran los pulmones gritando en las canciones que Green Day hizo cuando sus tours se basaban en visitar casas okupas. When I Come Around cerró el ciclo old school, una canción de Dookie que no siempre se puede disfrutar en directo, pero que en el Mad Cool Festival sí que tuvimos la suerte de disfrutarla… y menos mal, porque daba gusto ver a fans de todas las edades coreando uno de los himnos indiscutibles de la banda.
Con Minority y Are We The Waiting/St.Jimmy la banda demostró que son capaces de todo, sabiendo llevar la energía y el buen rollo de Minority (con su indiscutible solo de armónica del señor Armstrong) con la calma de Are We The Waiting que dio paso a la tormenta que es St. Jimmy, amada por un público que se dejó los pies sangrantes de tanto saltar.
En Knowledge, una de las covers más antiguas de Green Day y que llevan haciendo tantos años que ya parece casi una canción suya, Billie Joe dijo que volvería a sacar un fan al escenario, y no fue otro que nuestro amigo y compañero Nacho, de Rodillas Rasgadas, que no cabía en sí de la felicidad cuando subió y por fin pudo abrazar a un Billie que se descojonaba. ¿Por qué? Bueno, que él mismo dijo, no debería de haber sacado a Nacho, puesto que ellos tenían pensado hacer otra cosa y se había confundido, así que en vez de darle la tradicional guitarra, le dio a Nacho una pandereta, entre risas y disculpas.
¿Qué tenían ensayado Green Day? Pues algo realmente ÉPICO, porque no se puede definir de otra forma.
De la primera fila del público, Billie sacó a un hombre mayor que no era ni más ni menos que Tim Armstrong, cantante y guitarrista de RANCID, que entre risas, tomó su propia guitarra para tocar la famosa Knowledge junto con Green Day y los compañeros de RANCID, que invadieron el escenario, haciendo una especie de súper grupo del punk con Green Day+RANCID+Nacho (la irremplazable pandereta que se llevó de regalo final una guitarra del mismísimo Billie Joe), en un momento histórico, no sólo del concierto, si no de la carrera de Green Day. De verdad, increíble en todos los sentidos.
Con Basket Case y She, el público y Green Day se volvieron locos en las que son dos de las canciones más icónicas del disco Dookie, que sonaron rápidas, enérgicas y únicas en directo, mientras que Billie Joe jugaba con el público y Mike demostraba que el bajo es como una extremidad más de su cuerpo y Tré era pura locura sobre el escenario.
King For A Day dio el pistoletazo de salida de lo que muchos fans reconocen como el “momento fiesta” de Green Day, un medley donde hacen covers como Teenage Kicks, Shout, Always Look On The Bright Side of Life, Satisfaction o Hey Jude, donde el público tiene mucha participación, todos los miembros de la banda tienen su momento de protagonismo e incluso se pueden vivir momentos como Billie Joe tocando la batería mientras que Tré canta y baila (con una elasticidad espectacular) la famosa Shout. Risas y buena música por partes iguales, no nos extraña que este sea el momento más amado para muchos fans de la banda, porque junta a público y grupo y crea un ambiente de cercanía que pocas veces se puede ver en bandas que llenan estadios como lo es Green Day.
Con una genial en directo (de verdad, espectacular como poco) Still Breathing y una realmente sorprendente Forever Now, ambas del último disco, Green Day se despidieron y se fueron del escenario, dejando a algunos primerizos con la boca abierta al pensar que se habían ido sin tocar American Idiot o Jesus of Suburbia, mientras que gente con más experiencia en conciertos sabían que se acercaba un esperado Encore.
Y así fue, tras un rato de confusión y de gritos del público pidiendo una nueva canción, Billie Joe y compañía saltaron al escenario, desatando la locura con American Idiot (en el que grandes pogos fueron creados como si de criaturas mitológicas se tratasen) y dejando a la gente afónica con Jesus of Suburbia, canción favorita de uno de nuestros redactores, que acabó con la mandíbula dolorida de tanto sonreír mientras cantaba la canción que le había acompañado en los mejores y peores momentos de su vida. Algo que entenderéis si os ha pasado con cualquier grupo que llevéis oyendo toda vuestra vida. Una sensación increíblemente placentera.
Un segundo y final encore, mucho más emocional, llegó, en el que Billie Joe, solo acompañado por una guitarra acústica, tocó Ordinary World, una increíble y preciosa versión acústica de 21 Guns y finalizó con la ya tradicional Time of Your Life, que terminó con confetti, un cartel luminoso enorme de Green Day, la banda despidiéndose de todo el público, y muchísima gente que no podía aguantarse las lágrimas.
Nosotros lloramos, no vamos a mentir, acabábamos de ver a Green Day, lloramos en el concierto, en el trayecto de vuelta e incluso en la cama esa noche.
Pero aún quedaba un día.
El Mad Cool no había terminado.
Había que recargar las pilas.