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Si hay alguna forma de resumir la discografía de Belle & Sebastian, su identidad como banda, es en dos facetas. Los escoceses son pura alegría y son también melancolía y reflexión. Al dirigirme al recinto del Festival Jardins de Pedralbes tenía claro que nos esperaba un concierto ameno y agradable y, a la vez, un evento cultural del más alto nivel, aunque mis escuchas a su obra no eran muy numerosas. Musicalmente tenía repasados sus mayores éxitos y su álbum debut Tigermilk (1996) que disfruté muchísimo y en el que ya se puede ver su estilo, mantenido hasta la actualidad, su indie pop con influencias folk y de la new wave de su país. Temas que podrían haber sido creados por The Smiths, Bob Dylan o Simon & Garfunkel pero que nos los presentan con una sensibilidad muy propia.
El festival, que organiza conciertos de los más diversos artistas durante más de un mes, tiene fama de ser un evento con una presencia interesante de personas adineradas, con asientos numerados, elegancia en cada rincón, desde la alfombra roja de la entrada hasta las mesas de dentro, los jardines impolutos y el ambiente relajado. El evento barcelonés es todo esto, pero tiene una magia que hace que constituya una reunión de gente de todas las edades y entradas de todos los precios en un recinto montado especialmente para la ocasión.
Con puntualidad británica, el numeroso conjunto empezó a las 10 de la noche con Act of the Apostle, introducción de The Life Pursuit, álbum del 2006 y con un público equiparable al de un concierto de música instrumental, un recinto prácticamente lleno sentado en sus sillas disfrutando de la primera faceta de la banda de culto: la faceta melancólica. Stuart Murdock, principal vocalista, comentaba el carácter observador del público, el cual no se movía del asiento, para después ganarse al público con sus bromas y anécdotas sobre Barcelona y sus vacaciones en Sitges. Los escoceses nos saludaron como sus “fellow europeans” remarcando su fuerte componente escocés, con la correspondiente complicidad en la capital catalana.
Su vertiente agridulcemente alegre se empezó a mostrar con I’m a Cuckoo y Seeing Other People, demostrando que saben aportar esa sensibilidad en letras tristes a canciones alegres, ese happysad al que nos tienen acostumbrados. Durante el evento se vieron numerosas guitarras, bajos, batería, percusión, trompetas, sintetizadores, cellos, hasta flautas dulces, en un escenario repleto de tantos componentes que impresionaría hasta a Arcade Fire. Unos de los precursores de todo lo que ahora se llama indie, siempre arriesgados, Belle & Sebastian abundan en riqueza instrumental, referencias literarias y a la cultura popular. Son al fin y al cabo, una banda de culto como los que más, en sus ya 20 años de carrera suenan atemporales.
Prosiguieron con The Stars of Track and Field, tema con referencias al mundo del deporte, que dejó entrever imágenes de los juegos olímpicos de Barcelona, pese a la mala visión en el edificio de detrás del escenario.
Temas como I Can See Your Future y el gran Piazza, New York Catcher, uno de los hits, fueron cantados tímidamente por el público observador. Tema al que prosiguió Sweet Dewelee, nueva canción presentada en directo por segunda vez, un bonito adelanto de nuevos trabajos, que responde a su faceta más relajada.
No fue hasta Stay Loose, tema de su álbum Dear Catastrophe Waitress, que el público no se arrancó a bailar, tras ser motivados por la banda, que los necesitaba cerca para subir al escenario a personas del público en Boy With the Arab Strap y bailar el rock ‘n’ roll con The Blues are still Blue.
El concierto terminaba con Another Sunny Day, hit donde los haya, con el que decían adiós a 95 minutos de buen rollo y de tablas de una de las bandas veteranas del panorama indie, con la que puedes pasar una gran velada escuchando buena música y letras inspiradoras.
Los escoceses encajan perfectamente en la idiosincrasia del Festival Jardins de Pedralbes, donde el ambiente tiene una solemnidad de recital de música clásica, incluso cuando el público se levanta a bailar. Aún no sé como encajarán en el Mad Cool Festival, de gran formato y con un público eminentemente más joven y que reclama música con gran energía y mayor espectáculo. Deseo el paso por el evento barcelonés de otras bandas del género como Alt-j, Of Montreal o incluso Father John Misty, porque creo que sus puntos fuertes lucirían mucho en ese ambiente. En definitiva, si os lo podéis permitir, es un festival muy interesante que contribuye a que Barcelona sea una de las capitales musicales del sur de Europa.